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01 July 2022

Ante la corrupción que ha caracterizado a muchos dirigentes del régimen chino, este emitió nuevas normas para restringir la intervención de sus cónyuges e hijos como cómplices de estos posibles delitos.

De hecho, son innumerables los casos de este tipo de corrupción familiar, en los que los parientes buscan el beneficio personal a través de sus negocios y conexiones con el gobierno, tal como lo reseña el medio Sup China.

A pesar de que el régimen chino ha pregonado durante décadas que persigue a los funcionarios corruptos, no se han presentado estrategias efectivas contra ese mal social, que empobrece a la nación. 

Más aún, esas disposiciones, al parecer, tan solo redistribuyen los cargos entre los funcionarios y estos se siguen aprovechando del saqueo continuado de los recursos públicos. 

Así, las políticas del Partido Comunista de China (PCCh) parecen propiciar este tipo de comportamientos entre sus funcionarios, en todos los niveles de la administración pública, sin que se hayan presentado soluciones efectivas. 

De acuerdo con la nueva legislación, los funcionarios deben informar las actividades empresariales de sus cónyuges e hijos, y quienes no lo hagan o traten de eludir las normas, deberán retirarse de sus emprendimientos.

En otros casos, los propios funcionarios tendrán que renunciar a sus puestos actuales, “aceptar ajustes laborales”, y enfrentarse a otras formas de castigo, informó Reuters. 

La página web de la Comisión Central de Inspección Disciplinaria del Partido (CCDI), publicó varios casos de corrupción en empresas estatales, en los que se hallaron implicados familiares de los directivos. Algunos de los delitos fueron transacciones falsas, colusión en licitaciones y adjudicación irregular de proyectos. 

Dado que ya existían normas que limitaban estos crímenes, la nueva legislación es, para algunos analistas, más bien, un instrumento que aumenta el poder del máximo líder, Xi Jinping, para purgar a sus oponentes mientras mejora la posición de sus aliados.  

“A medida que se desarrollaba la campaña contra la corrupción de Xi, llegué a la conclusión de que se trataba más de enterrar a los posibles rivales que de acabar con la prevaricación”, escribe el autor Desmond Shum, en su libro La ruleta roja: La historia de la riqueza, el poder, la corrupción y la venganza en la China actual.

Y agrega: “Xi ya había desempeñado un papel en el encarcelamiento de su compañero ‘príncipe’, Bo Xilai. A continuación, encarceló al aliado de Bo en el Comité Permanente del Politburó, Zhou Yongkang”. 

Asimismo, recuerda que el férreo control de los medios de comunicación y el escaso acceso de los periodistas extranjeros a los dirigentes chinos, ha dificultado la información sobre la corrupción en las altas esferas del partido.

El CCDI señaló en su cuarta sesión plenaria, a principios del 2020, a altos exfuncionarios del Partido que cayeron en desgracia a causa de la corrupción familiar, entre ellos Zhōu Yǒngkāng 周永康, el primer miembro del Comité Permanente del Politburó juzgado por corrupción en 2013.

También a Bó Xīlái 薄熙来, el controvertido ex secretario del Partido de Chongqing; y a Líng Jìhuà 令计划, que fue asesor cercano del expresidente Hu Jǐntāo 胡锦涛.

Es de mencionar que la CCDI era dirigida entonces por Wang Qishan, un viejo aliado de Xi, y actual vicepresidente de China, desde 2018. Anteriormente, había sido alcalde de Beijing. 

Una vieja tradición entre los miembros de la “Aristocracia roja”

Fue justamente la apertura a las prácticas capitalistas de Occidente las que abrieron las puertas a las riquezas con las que llenaron sus arcas los “principitos”, entre los cuales se hallan los descendientes de los líderes del PCCh venerados como los “ocho inmortales”.

“Los hijos de los comunistas veteranos que ocupaban cargos de alto rango en China antes de 1966, el primer año de la Revolución Cultural, son comúnmente llamados ‘principitos’”, de acuerdo con el concepto de The Diplomat.

Desde cierto punto de vista, esta distribución irregular de las riquezas ya configuraba, en sí misma, una manera no lícita de adquirirla, en ausencia del voto democrático que la legalizara. 

Para tener una idea de las asombrosas riquezas que habían acumulado en el 2011, los 70 miembros más ricos de la Asamblea Popular Nacional de China, poseían 89.800 millones de dólares, netos, incluyendo un aumento de 11.500 millones de dólares con respecto a 2010.

Esta cifra resulta aún más exorbitante comparada con el patrimonio neto de 7.500 millones de dólares de los 660 más altos cargos de los tres poderes del gobierno de Estados Unidos, según Insider del 2012, citando un informe Hurun. 

Hoy en día la situación no es muy diferente, dado que el Parlamento chino cuenta con un centenar de multimillonarios. El país tiene el mayor número de multimillonarios del mundo. En total son 1.133, solo en 2017, 

No es de extrañar que las familias estén involucradas en actividades de enriquecimiento: “El hecho de que algunas de las familias mejor conectadas políticamente de China estén implicadas, sugiere que están más preocupadas por la seguridad y el anonimato de sus activos que muchas otras”, declaró el profesor Dali Yang, politólogo de la Universidad de Chicago, en marzo. 

Si bien los “principitos”, se distribuyeron las posiciones de poder dentro de la política, las fuerzas armadas y las actividades económicas del país, los pertenecientes a este último grupo han sido los menos controlados por las purgas del PCCh. 

Millones de funcionarios fueron investigados por corrupción durante las últimas décadas, predominantemente vinculados a las esferas militares y políticas y no tanto a las actividades empresariales. 

Es de considerar que la gigantesca maquinaria estatal vincula a las élites políticas, un cuerpo de unos 500.000 funcionarios de alto rango. 

También contrata a 50 millones de burócratas, tal como lo menciona Yuen Yuen Ang, autora del libro La edad dorada de China -La paradoja del auge económico y la corrupción. 

Entre ellos están los compinches capitalistas que sobornan a los políticos para hacer tratos, estos suelen ser jefes del sector privado, que son nombrados directamente por el PCCh. Al menos 1.500.000 funcionarios habrían sido disciplinados entre los años 2012 y 2017, según PolyMatter.  

El mayor rival de Xi Jinping

Llama la atención la destacada participación de los “principitos”, en las principales empresas del país y en la economía “capitalista de Estado” del PCCh. 

Al parecer, las nuevas normas aluden con mayor precisión a estos poderosos descendientes de la “aristocracia roja”, quienes potencialmente podrían poner en riesgo el tercer mandato hacia el cual se dirige el líder del régimen chino, Xi Jinping. 

Varios analistas coinciden con la apreciación de que el mayor rival de Xi, es el ex Secretario del PCCh y expresidente, Jiang Zemin, quien a sus 95 años cuenta con un fuerte red de contactos en el seno del régimen chino. Su sede principal es Shanghái. Al grupo de sus seguidores se le denomina “la pandilla de Shanghái”.

“… son los príncipes de la facción Jiang los que tienen influencia en las grandes empresas de toda China…” sostiene el autor y profesor de la Jawaharlal Nehru University, de  Nueva Delhi, India, B. R. Deepak.

Y agrega: “Quizás sea por el temor a los ‘golpes financieros’ por lo que Xi Jinping está estrechando el cerco sobre la pandilla de Shanghái”. 

No en vano, las más furiosas medidas de la campaña “cero Covid” se han centrado en esta gran ciudad, la segunda en importancia, después de Beijing. Además, es el centro financiero del país. 

La influencia de Jiang se extiende hasta los influyentes mercados de valores de la banca mundial, especialmente a los que funcionan en Wall Street. Así, desde el ámbito internacional, estas entidades tienden a atacar a Xi, al parecer, debido a la influencia de Jiang. 

Dadas estas circunstancias, la postulación de Xi para un nuevo período de cinco años a cargo del país, sigue causando gran incertidumbre, a pesar del inmenso poder que acumula y la escrupulosa persecución a sus posibles rivales. 

Aunque la férrea censura no permite divulgar la realidad de la situación interna del PCCh, la disidente y profesora jubilada de la Escuela del Partido del Comité Central del Partido Comunista de China, Cai Xia, comenta: “Por fuera, el partido parece unificado, pero por debajo hay corrientes subterráneas turbulentas”.

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