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11 September 2020

Una mayor formación de los educadores, poner a la persona en el centro y trabajar en red son los ejes que el Vaticano sugiere a la comunidad educativa para hacer frente al inicio del nuevo curso en el contexto de la pandemia de coronavirus.

En una carta enviada a las escuelas, universidades e instituciones educativas, la Congregación para la Educación Católica explicó que el gran desafío al que debe hacer frente la comunidad educativa es la enseñanza a distancia.

Esta medida necesaria ha hecho que los sistemas educativos de todo el mundo hayan sufrido por la pandemia tanto a nivel escolar como académico.

Como consecuencia, “alrededor de diez millones de niños no podrán acceder a la educación en los próximos años, lo que aumentará la brecha educativa ya existente”.

En concreto, en la carta se señala que la situación de las escuelas y universidades católicas es “dramática”, ya que, “sin el apoyo económico del Estado, corren el riesgo de ser cerradas o reducidas radicalmente”.

La Congregación para la Educación Católica subraya también la inestimable contribución de maestros y educadores que “necesita ser apoyada a través de una sólida formación continua que sepa responder a las necesidades de los tiempos”.

Para ello, “es necesario poner siempre en el centro de la acción educativa la relación con la persona concreta y entre las personas reales que componen la comunidad educativa; una relación que no encuentra suficiente espacio en la interacción mediada por una pantalla o en las conexiones impersonales de la red digital”.

La educación católica — inspirada en la visión cristiana de la realidad en todas sus expresiones — tiene como objetivo la formación integral de la persona, llamada a vivir responsablemente una vocación específica en solidaridad con otras personas.

La situación actual ha puesto de manifiesto la necesidad de un pacto educativo cada vez más comunitario y compartido que, — apoyándose en el Evangelio y en las enseñanzas de la Iglesia —, contribuya en sinergia generosa y abierta a la difusión de una auténtica cultura del encuentro. Por esta razón, las escuelas y universidades católicas están llamadas a formar personas que estén dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad.

(Aciprensa)

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