Madrid se paraliza para intentar frenar la propagación del coronavirus. Los efectos económicos que pueda traer esta medida es lo que más preocupa a los ciudadanos.
Museos, cines, teatros y polideportivos cerrados; restaurantes y emblemáticas plazas, vacías; sin tráfico en las calles, ni con las grandes masas de personas paseando por sus famosas avenidas. Esa es la estampa de Madrid tras la llegada del coronavirus.
La mayoría de los ciudadanos de la capital española se está quedando en casa, siguiendo las recomendaciones de las autoridades. Así intentan frenar la propagación de este virus que, a día 13 de marzo, ha cobrado la vida de 84 personas y ha contagiado a más de 4.000, incluyendo a altos dirigentes políticos del país como la ministra de Igualdad, Irene Montero, o el líder de Vox, Santiago Abascal.
El turismo, y todo lo relacionado con él, se ha visto seriamente afectado con esta parálisis.
En la esquina frente a un hotel de lujo en la calle Goya de Madrid, un grupo de seis taxistas conversa sobre esta nueva realidad.
"Madrid está como si fuera un fin de semana: sin tráfico y con poca gente en las calles. La gente tiene miedo. Nosotros también, y por eso lavamos los coches todos los días para mantener la higiene".
A pesar de las medidas preventivas, confiesan que hay un mayor temor que les acompaña.
"Esto nos afecta mucho, solo esta semana hemos perdido un 50% o 60% de lo que normalmente ganábamos" explica José María.
Su compañero Antonio, que lleva 40 años como taxista, dice que nunca había vivido una situación igual.
"No quiero llorar porque si no tendría que abrirme las venas aquí mismo, pero mira lo que provoca. Me asusta que no atajen esto a tiempo", confiesa Antonio, quien se aleja unos metros e inmediatamente vuelve y agrega: "Pero, también te digo algo: para mí que esto tiene algo de manipulación, un trasfondo político. Pareciera que fue provocado por unos poderosos para afectar económicamente a algunos países y así justificar despidos de trabajadores, recorte de derechos. No lo sé. Pero si no lo digo reviento".
Otro de los taxistas presente comparte la preocupación de José María y Antonio.
"La ciudad está muerta y cada día que pasa está peor. Lo económico es lo que más nos preocupa porque el coronavirus no es más que un catarro".
"No, no", le interrumpe otro compañero taxista también llamado José.
"Esto es más jodido. Si fuera un simple catarro no estaría pasando todo esto. Muchos de los contagiados están en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y más de 40 personas han muerto. Pero lo superaremos. Claro que lo lograremos. Si superamos la Guerra Civil, esto lo pasaremos. Hay que ser optimistas porque, si no, estamos muertos".
Menos alarma y más precaución
Desde el gobierno nacional y autonómico se han tomado medidas, como promover el teletrabajo, suspender actividades masivas, clases, actividades parlamentarias, desinfectar diariamente el sistema público de transporte o poner en marcha un sistema de apertura automática de las puertas de los vagones del metro (de esta forma se evita que las personas toquen los mismos objetos).
Una de las señoras encargadas de la limpieza de la estación Goya decía:
"Es que estamos un poco alarmados. Aquí estamos tomando medidas, por eso desinfectamos las barandillas y los bancos unas dos o tres veces por cada turno con una solución de lejía".
De esa estación de metro salía Alessandro, un italiano residenciado desde hace cuatro años en España.
"Yo creo que se deben tomar medidas así para frenar el contagio. En Italia, ahora no pueden ni salir de casa. Yo creo que aquí deben hacer lo mismo, al menos dos semanas, para quitarse de encima este coronavirus".
Alessandro también teme por el impacto económico que pudiera provocar.
"Yo trabajo como peluquero. Mi jefe está muy preocupado porque en la peluquería ha bajado notablemente la venta, hay muchos menos clientes. En Italia, el Gobierno está ayudando a la gente, pero igual va a ser un daño económico muy grande".
Sara y Doris, dos paleontólogas de profesión, pasaban frente al Museo Arqueológico Nacional, en pleno centro. Había ido exclusivamente porque necesitaban revisar unas muestras, pero apenas terminaran, volverían a casa.
"A mi también lo que me da más miedo es el palo económico que va a suponer, porque del problema sanitario saldremos, no creo que llegue a provocar una mortalidad masiva, pero sí que va a suponer una crisis grave en el turismo, en la economía. Los empresarios tendrán que pagar a los trabajadores que no vayan a trabajar sin ellos poder producir, entonces va a ser difícil. Pero también hay que tener el ánimo arriba y enfrentar lo que venga", sostiene Doris.
Carlos, un venezolano que lleva dos años residenciado en Madrid y que trabaja como guía turístico, se mantenía solo con su paraguas en mano esperando que alguien se acercara a solicitar sus servicios.
En un día normal estaría arreando turistas por el centro de la capital. Este jueves, nadie se acercaba.
"En Madrid nos ha afectado mucho. Muchas reservaciones de tours privados nos han cancelado porque la gente anuló su viaje, no querían arriesgarse. Pero no solo es que cancelan, sino que no reserva más gente. Marzo, normalmente, es un buen mes para el turismo, pero mira cómo está la plaza, casi vacía. También me impresiona la poca cantidad de gente en el metro, que generalmente un día de semana, con buen clima, estaría lleno y hoy está vacío, los vagones vacíos. Increíble".
El personaje Mario Bros, que siempre se pasea por la Puerta del Sol rodeado de turistas que se quieren fotografiar con él, se lamentaba de la situación.
Hasta hace poco podía hacer unos 50 euros al día, ahora, dice que solo alcanza reunir entre 6 y 10 euros.
"Esta ciudad está sola. No se ven turistas y los que se ven están ya de partida. ¿Qué más te puedo decir? De esta situación temo más el golpe al bolsillo que a la propia enfermedad porque, si no hago dinero, ¿cómo voy a comer? ¿Y a pagar donde duermo?. Infectarme ya no me preocupa, yo creo que ya estamos infectados todos, más psicológicamente, pero desafortunadamente aquí en España se vive del turismo. Ya no alcanza para vivir".
(Sputnik)